Interés General
Regeneración celular después de un infarto

Después de un infarto cardíaco algunas células del tejido muscular se regeneran, un descubrimiento que contradice la creencia de la mayoría de los médicos de que el daño al corazón es irreparable, según un estudio que publicó la revista New England Journal of Medicine

Un equipo de investigadores estadounidenses e italianos, encabezado por Piero Anversa del Collegio Médico de Nueva York, usó un microscopio de alta resolución con el cual detectó evidencias de que, después de un infarto cardíaco, las células musculares en la región de tejido dañado se dividen y crecen por varios días.

El ataque cardíaco, o infarto del miocardio, es la muerte de una parte del músculo del corazón debida a la pérdida repentina de suministro sanguíneo por la obstrucción de una arteria coronaria.

La muerte del tejido muscular a menudo causa dolor en el pecho y una inestabilidad eléctrica en el tejido del corazón que altera el ritmo de pulsaciones.

Un corazón así afectado no puede bombear sangre oxigenada al cerebro, y puede ocurrir un daño permanente en el cerebro, o la muerte, a menos que se restablezca el flujo normal de sangre oxigenada en menos de cinco minutos.

Aproximadamente del 90 al 85 por ciento de las víctimas de un infarto del miocardio que llegan al hospital sobrevive, pero hasta ahora los médicos creen que el daño sufrido por el tejido del corazón es irreparable.

El descubrimiento del equipo encabezado por Anversa muestra que esa regeneración es posible, aunque lo que se encontró es una regeneración de pocas células que no es suficiente para reparar todo el daño.

Anversa dijo que el próximo paso del estudio es el aprovechamiento de la capacidad de crecimiento del tejido muscular del corazón para lograr reparaciones más extensas.

Valentin Fuster, ex presidente de la Asociación Cardíaca Estadounidense, dijo que el trabajo de Anversa "es un paso adelante en un enfoque nuevo del poder de recuperación del corazón y de formas para reparar un corazón dañado".

Se precisa mucho más trabajo e investigación, agregó Fuster, pero "podríamos llegar a una nuevo instrumento terapéutico para el corazón, y las implicaciones de esto son increíbles".

Estudio

Los hombres residentes de zonas con alto desempleo o bajos salarios son más proclives a morir de males cardíacos que los hombres en otras partes de los Estados Unidos, según un estudio divulgado recientemente.

Según el estudio practicado entre hombres de 35 años en adelante, los que viven en Misisipi, Virginia Occidental y Kentucky tienen mayores probabilidades de morir por enfermedades cardíacas que otros hombres en el resto de esa nación, mientras que los que habitan en Hawai, Utah y Colorado son menos susceptibles.

"Estos hallazgos realmente reflejan diferencias de oportunidades para llevar una vida sana, y diferencias en el acceso a ese tipo de vida", según Elizabeth Barnett, directora de la oficina de Investigación de Salud y Medio Ambiente Social de la Universidad de Virginia Occidental. Barnett fue la autora principal del estudio realizado por la universidad y los Centros para Prevención y Control de Enfermedades.

El informe, basado en las tasas de mortalidad por males cardíacos entre 1991 y 1995, halló la mayor incidencia en la región de los Montes Apalaches, el Valle de los Ríos Ohio-Misisipi, el Delta del Misisipi, y las regiones costera y Piedmont Oriental de Georgia, Carolina del Sur y Carolina del Norte.

En muchas de estas regiones el ingreso familiar es menor que el promedio en el país y el desempleo es alto.

Los factores económicos y sociales subyacentes determinan con frecuencia si una persona puede ejercitarse o comer sanamente, señala Barnett. Otros factores de riesgo incluyen la falta de apoyo social, la depresión, tensión en el trabajo, un ambiente laboral adverso y el racismo o discriminación, señaló la investigadora.

En total, la tasa de muerte por enfermedades cardíacas para los hombres fue de 675 por cada 100.000.

Misisipi registró la tasa más alta, con 878 muertes de cada 100.000; Virginia Occidental le siguió con 797 en 100.000; y Kentucky tuvo el tercer lugar con 783. La tasa de mortalidad por ataques cardíaacos en Hawai fue la menor del país, 482 de cada 100.000.

Al considerar los grupos raciales, el estudio encontró una tasa de 841 muertes por cada 100.000 hombres negros; 666 blancos; 645 indios americanos y nativos de Alaska; 432 hispanos; y 372 asiáticos y originarios de islas del Pacífico.

El informe es muy semejante al realizado entre mujeres de las mismas edades el año pasado, que arrojó una tasa de mortalidad de 401 en 100.000.

Ambos estudios señalaron que las mayores tasas de mortalidad por enfermedades cardíacas se concentran en las mismas regiones del país, y que hay diferencias entre las razas y los grupos raciales.

Contaminación

Los altos niveles de contaminación del aire pueden provocar ataques cardíacos en personas que ya están en riesgo aunque están expuestos a ellos por poco tiempo, de acuerdo con un estudio divulgado el lunes.

Los investigadores que entrevistaron a 772 pacientes de la zona de Boston cuatro días después de haber sufrido ataques hallaron que éstos coincidieron con horas de alta contaminación del aire.

Desde hace mucho se piensa que pequeñas partículas invisibles provocan enfermedades cardiovasculares a largo plazo. Este estudio es el primero dedicado a los efectos de corto plazo, dijo el autor principal, Murray Mittleman, director de epidemiología cardiovascular en el Centro Médico Beth Israel Deaconess de Boston.

La encuesta de 489 hombres y 283 mujeres, realizado entre enero de 1995 y mayo de 1996, define a los sujetos de riesgo como personas obesas, inactivas o con historia clínica de problemas cardíacos.

Las partículas se llaman PM-2,5, es decir, materia particular de menos de 2,5 micrometros de diámetro. Las emiten automóviles, usinas eléctricas y fábricas, además de chimeneas hogareñas y estufas a madera.

Los estudios de los últimos cinco años vinculan muertes e internaciones con un aumento brusco de los niveles de PM-2,5. En el estudio, el riesgo de ataque cardíaco alcanzó su pico entre dos y 24 horas después de que el paciente se vio expuesto al nivel incrementado de las partículas.

Después de dos horas, el riesgo se incrementó en 48% en las horas de mayor contaminación, comparado con las horas en que ésta era menor.Después de 24, el riesgo aumentaba 62%.

El estudio también indagó en los riesgos del ozono, el principal ingrediente de la bruma que se crea cuando se mezclan los elementos contaminantes. Se vinculó el ozono con problemas pulmonares y respiratorios, pero no con los cardíaacos, dijo Mittleman.