Métodos
de diagnóstico micológico no basados en el empleo de cultivos
Por el Prof. Dr. Amadeo Javier Bava. Cátedra
de Micología y Parasitología. Facultad de Ciencias Exactas.
UNLP.
Las micosis oportunistas
El incremento observado en las últimas décadas en la prevalencia
de las micosis oportunistas invasoras o diseminadas, tales como la candidiasis,
la aspergilosis, la mucormicosis y la criptococosis, obligó a replantear
las estrategias de diagnóstico de las mismas. La extrema gravedad
y evolución aguda de estos cuadros, hacen necesario un tratamiento
específico inmediato, sólo posible mediante la aplicación
de procedimientos de diagnóstico certeros y rápidos.
Sin el debido diagnóstico y tratamiento las posibilidades de éxito
terapéutico disminuyen, debido no sólo a la actividad de
los agentes causales de la infección micótica sino a la
presencia concomitante de enfermedades subyacentes (SIDA, hemopatías
malignas) y/o situaciones debilitantes (tratamientos con corticoides,
drogas anticancerosas e inmunodepresoras).
No obstante los adelantos importantes logrados en los últimos años,
la metodología de diagnóstico disponible continúa
siendo insuficiente para lograr el reconocimiento certero y temprano de
estas infecciones.
Metodología de diagnóstico tradicional
Tradicionalmente, el diagnóstico de las micosis invasoras se ha
basado en la visualización microscópica y el aislamiento
por cultivo de sus agentes causales. Mientras que la microscopía
requiere de un observador convenientemente entrenado y posee escasas sensibilidad
y especificidad, el desarrollo de ciertos agentes causales en los cultivos
puede ser lento o no estar en todos los casos asociado a la existencia
de enfermedad. Esto último se debe a que muchos de los hongos causantes
de estas micosis suelen ser habitualmente contaminantes ambientales o
bien componentes de la microbiota humana.
En ocasiones, la metodología tradicional requiere de muestras que
deben obtenerse mediante procedimientos cruentos e invasores (quirúrgicos,
endoscópicos u otros), no siempre factibles de realizar en pacientes
cuyo estado general se encuentra sumamente deteriorado. En todos los casos,
para alcanzar la certeza diagnóstica se requiere en la metodología
tradicional de la viabilidad de los agentes causales en las muestras y
su desarrollo “in vitro” en los cultivos, lo cual no siempre
es factible o se logra con la rapidez necesaria.
Métodos de diagnóstico no basados
en cultivos
La administración temprana de antifúngicos específicos
evita, por un lado los efectos tóxicos del tratamiento empírico
y por otro la selección de cepas fúngicas resistentes, lo
cual justifica el empleo de métodos rápidos de diagnóstico.
En los últimos 20 años, varios métodos que no emplean
cultivos se han incorporado a la metodología de diagnóstico
de las micosis invasoras, dirigidos a la detección de anticuerpos,
metabolitos, antígenos y secuencias de ácidos nucleicos
fúngicos en los fluidos biológicos y tejidos. Ellos poseen,
entre otras ventajas, la de no requerir la viabilidad del agente causal
en los materiales clínicos y sus mayores especificidad, sensibilidad
y rapidez en la obtención de resultados, cuando se los compara
con los métodos tradicionales. Entre sus desventajas se encuentran
la falta de disponibilidad para los laboratorios de baja complejidad,
la imposibilidad de reproducirlos fuera del ámbito de su creación
y su elevado costo.
Determinación de anticuerpos
Si bien cuenta con la ventaja de no requerir procedimientos invasores
para obtener las muestras, no siempre es de utilidad, ya que los pacientes
con micosis invasoras poseen en general grados variables de incapacidad
para producir anticuerpos. Por otro lado, en ciertos casos los resultados
obtenidos pueden ser de difícil interpretación, como en
el caso particular de la candidiasis diseminada, donde individuos sanos
o enfermos por otras causas pueden igualmente tener anticuerpos séricos
anti-Candida. Esto último es debido a la colonización de
las superficies cutánea y mucosas por especies de este género
en un número importante de individuos. Por lo dicho deducimos que,
las pruebas serológicas pueden ser en ciertos casos, positivas
en individuos sin candidiasis, y negativas en otros probadamente enfermos
de candidiasis diseminada. Igualmente, las pruebas serológicas
pueden originar resultados falso positivos debido a reacciones cruzadas
ocurridas entre los agentes causales que comparten los determinantes antigénicos
o bien falso negativas debido a razones técnicas.
Para corregir esto, actualmente se trabaja en la creación de técnicas
serológicas que posean mayor sensibilidad, en la purificación
de las moléculas antigénicas empleadas en las reacciones
y en la búsqueda de anticuerpos presentes sólo en la fase
activa de la enfermedad.
Tradicionalmente varias técnicas serológicas se aplicaron
con éxito al diagnóstico de las micosis sistémicas
endémicas clásicas (paracoccidioidomicosis, coccidioidomicosis
e histoplasmosis) y actualmente de la peniciliosis, provocada por Penicillium
marneffei. Sin embargo, por los motivos antes mencionados, ellas poseen
limitada utilidad cuando se aplican al diagnóstico de estas micosis
en los pacientes inmunocomprometidos.
Determinación de antígenos
Aplicada en fluidos biológicos (preferentemente a sangre, LCR u
orina) por diferentes técnicas (aglutinación de partículas
de látex [AL], radioinmunoensayo [RIE], ELISA, etc.) se ha mostrado
útil en el diagnóstico de la candidiasis diseminada, criptococosis,
histoplasmosis y aspergilosis invasora.
El empleo de métodos cuantitativos en la determinación de
los antígenos posee valor pronóstico en el memento del diagnóstico
(malo ante la presencia de títulos elevados y viceversa) y cuando
es practicado en forma seriada durante el tratamiento, permite el seguimiento
de la respuesta terapéutica (evolución favorable ante la
disminución de los títulos y viceversa).
La determinación del (1-3)-D-glicano (presente en la estructura
parietal de la mayoría de los hongos, excepto los Zygomycetes)
en fluidos biológicos, permite establecer la etiología fúngica
de la infección, sin discriminar acerca del agente causal de la
misma. Este método permitiría al menos, en los cuadros febriles
prolongados de causa desconocida, diferenciar en un principio y en forma
rápida, entre la etiología fúngica y bacteriana.
La enolasa, antígenos lábiles al calor y los mananos parietales
han sido los blancos elegidos para el diagnóstico de la candidiasis
diseminada, mientras que el galactomanano parietal fue el escogido en
la aspergilosis invasora. Sin embargo, no todas las determinaciones son
igualmente sensibles, debido entre otras causas, a la formación
de complejos inmunes que son rápidamente removidos de la circulación,
a la presencia transitoria de los antígenos en la sangre, a la
activación policlonal de la inmunidad humoral y a la falta de sensibilidad
de las técnicas disponibles. Muchas veces, una prueba positiva
no indica la especie fúngica involucrada en la infección,
dato que actualmente suele tener relevancia debido a la emergencia de
especies resistentes.
A la fecha, sólo la determinación del antígeno capsular
del C. neoformans es ampliamente empleada con fines de diagnóstico.
Si bien existen en el comercio equipos de AL y ELISA, el primero ha ganado
mayor popularidad. Su realización y lectura son sencillas, su sensibilidad
y especificidad elevadas y los resultados son obtenidos rápidamente,
a partir de muestras de suero, LCR y orina.
La detección del galactomanano de Aspergillus por técnicas
de AL y ELISA ha mostrado correlación con los hallazgos clínicos
en la aspergilosis invasora. Igualmente, los resultados positivos deberán
ser confirmados, en lo posible, por otros estudios clínicos y microbiológicos.
Para el diagnóstico de la candidiasis diseminada se encuentran
disponibles equipos comerciales para la determinación de antígenos
por AL y ELISA. Sin embargo, ellos carecen de la suficiente sensibilidad
y pueden dar lugar a resultados falso negativos en pacientes probadamente
enfermos, debido al carácter transitorio que posee la presencia
de los antígenos detectados por ellos en los fluidos biológicos.
Esta rápida depuración de los antígenos obliga a
la toma de varias muestras en forma seriada en pacientes altamente sospechosos,
a pesar de los resultados negativos.
El RIE ha sido empleado en forma eficaz para la detección del antígeno
parietal del H. capsulatum en sangre, LCR y orina. Permite el diagnóstico
de la histoplasmosis en pacientes inmunocomprometidos (pe: SIDA) y, cuando
se realiza en forma seriada y cuantitativa, es de utilidad para el seguimiento
del tratamiento antifúngico. No obstante, la prueba no se encuentra
disponible comercialmente ni, como es de suponer, es accesible para laboratorios
de baja complejidad. El desarrollo reciente de una prueba de inhibición
de ELISA, con sensibilidad y especificidad comparables con las del RIE,
para la detección de antígeno de H. capsulatum, puede solucionar
este último problema.
En suma, la disociación de los complejos inmunes previo a la determinación
de mananos y galactomananos, la capacidad de reproducir la prueba en todos
los laboratorios, la exhibición de una sensibilidad acorde con
las necesidades, la facilidad de realización de la técnica
y la práctica de estudios clínicos prospectivos, son criterios
a tener en cuenta a la hora de incorporar un método de diagnóstico
basado en la detección de antígenos fúngicos.
Determinación de metabolitos fúngicos
Respecto al estudio de los metabolitos fúngicos en fluidos biológicos,
la determinación del D-arabinitol ha sido propuesta como marcador
diagnóstico para la candidiasis diseminada. No obstante, la falta
de una metodología simple para su determinación cuali y
cuantitativa ha impedido su empleo en forma rutinaria.
El desarrollo reciente de un método para determinar la proporción
de ambos enantiómeros (D-/L) del arabinitol en fluidos biológicos,
mediante una técnica automatizada, favorecen su empleo en la práctica.
De manera similar, la valoración cuali y cuantitativa de las concentraciones
de manitol en fluidos biológicos de modelos animales con criptococosis
y aspergilosis por A. fumigatus, ha mostrado utilidad en el diagnóstico
y el estudio de la respuesta terapéutica.
Igualmente, en todos estos casos, futuros estudios deben realizarse para
lograr la aceptación universal de estas determinaciones para el
diagnóstico de las correspondientes micosis.
Determinación de secuencias específicas de ácidos
nucleicos
Las pruebas de diagnóstico micológico basadas en técnicas
moleculares pueden emplearse para la detección de secuencias de
ácidos nucleicos fúngicos (tanto ADN como ARN) presentes
en los materiales clínicos y para obtener la identificación
rápida y precisa de los aislamientos obtenidos por cultivo.
Tienen la ventaja potencial de reducir el tiempo empleado por el laboratorio
para la identificación de aquellos patógenos fúngicos
que no desarrollan “in vitro” o bien lo hacen en forma dificultosa
o lenta.
El estudio del polimorfismo de los fragmentos de ácidos nucleicos
obtenidos con el empleo de enzimas de restricción (RFLP) o del
obtenido tras la amplificación con “primers” o cebadores
arbitrarios (RAPD), la reacción en cadena de la polimerasa (PCR),
el Southern Blot, etc., constituyen algunas de las técnicas moleculares
empleadas a la fecha en micología. La mayor parte de ellas no se
hallan por el momento al alcance de los laboratorios de diagnóstico,
debido a su complejidad y costo operativo.
Aún se encuentran inconvenientes en la extracción de los
ácidos nucleicos fúngicos presentes en la muestra o dentro
de las células y problemas técnicos asociados a las al riesgo
de contaminación, a la imposibilidad de diferenciar la colonización
de la infección fúngica verdadera y de determinar la viabilidad
del hongo cuyo ácido nucleico se ha determinado.
El empleo de sondas (oligonucleótidos de cadena simple, complementarios
de las porciones específicas de los ácidos nucleicos investigados),
brinda una gran especificidad a estas pruebas, ya que permite la identificación
precisa de un aislamiento a nivel de cepa.
No obstante su enorme valor epidemiológico, el empleo en forma
directa de sondas sobre materiales clínicos carece por lo general
de la suficiente sensibilidad para su uso como método de diagnóstico
directo. Por el contrario, la amplificación millones de veces de
secuencias específicas fúngicas eventualmente presentes
en las muestras, mediante la PCR, posibilita su aplicación. La
sensibilidad de la PCR puede mejorarse aún más con el empleo
de la “nested PCR”, que consiste en la realización
de una nueva PCR sobre los productos obtenidos durante la primera.
El uso de “primers” o cebadores que poseen su sitio de acción
en genes de copias múltiples provee a estas pruebas de un alto
grado de sensibilidad, indispensable para el diagnóstico temprano
de las micosis en pacientes graves. No queda claro si los métodos
que investigan la presencia de secuencias existentes en muchas especies
fúngicas o aquellos específicos para una o unas pocas especies
serán de mayor utilidad en la práctica clínica.
La hibridación “in situ”, efectuada sobre tejidos eventualmente
infectados, inclusive aquellos fijados con formol para su procesamiento
histopatológico, permite reconocer la presencia de secuencias específicas
fúngicas mediante sondas marcadas. Sin embargo, un inconveniente
de esta técnica es su baja sensibilidad, debido a que en ella no
se efectúa la amplificación de los ácidos nucleicos
investigados en los tejidos.
Conclusión
Durante las últimas décadas, la micología médica
ha encontrado limitaciones en el diagnóstico de las infecciones
fúngicas invasoras, principalmente para asociar rapidez y seguridad
al diagnóstico obtenido.
La ocurrencia de cultivos negativos en materiales provenientes de individuos
probadamente enfermos, o bien la positivización de los mismos en
estadios avanzados de la enfermedad, limitan la aplicación de estas
técnicas.
Igualmente, cuando un cultivo es positivo, la identificación precisa
del hongo desarrollado, mediante su estudio micromorfológico, por
pruebas bioquímicas y/o serotipificación, es laboriosa y
tarda un tiempo muchas veces no disponible.
La rápida instalación de un tratamiento antifúngico
específico incrementa las posibilidades de éxito en las
micosis invasoras de los huéspedes severamente inmunocomprometidos.
Los métodos de diagnóstico que no requieren de cultivos
son ideales para obtener en forma rápida, certera y en etapas tempranas
de estas enfermedades la etiología de las mismas.
El reconocimiento de los agentes causales al nivel de especie importa
en estos tiempos, por la permanente eclosión de especies fúngicas
resistentes a los compuestos en uso, como agentes causales de enfermedad.
La identificación al nivel de cepa, difícil de obtener con
la metodología tradicional basada en el reconocimiento de las características
fenotípicas, adquiere relevancia desde el punto de vista epidemiológico,
ya que posibilita encontrar el origen de una infección o brote
epidémico y aumenta las posibilidades de controlarlo.
Mientras que la determinación de los antígenos y metabolitos
fúngicos en fluidos biológicos es, en las micosis invasoras,
directamente proporcional a la carga fúngica, la PCR posibilita
la amplificación “in vitro” millones de veces de unas
pocas secuencias presentes en los materiales clínicos en un breve
lapso.
Es probable que muy pronto, mediante la observación de un preparado
al microscopio, podamos en forma rápida, determinar el género
y la especie del microorganismo visualizado, así como su sensibilidad
a determinados antibióticos.
A pesar de lo atractivo que suele ser el empleo de todos estos métodos,
cabe destacar que los mismos no desplazan ni invalidan el uso de las técnicas
tradicionales, sino que complementan a las mismas. Por otro lado, ellos
deben cumplir con los requisitos mencionados en los párrafos anteriores
antes de ser incorporados a la batería de pruebas diagnósticas.
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