Un sustituto artificial de la sangre que
ya se prueba en Estados Unidos, entre víctimas de accidentes que
necesitan transfusiones urgentes, se ha convertido en objeto de polémica,
ya que se utiliza sin el consentimiento de los pacientes.
Aunque no está aprobada para su uso general, esta sangre sintética
fluirá por las venas de centenares de víctimas de accidentes
de tráfico o violencia con armas que, inconscientes, no podrán
negarse a que se les administre.
El producto se utiliza desde principios de año con pacientes elegidos
al azar de varios estados, entre ellos California, en un experimento amparado
bajo una sección especial para tratamientos de urgencia de la Administración
de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas
en inglés).
Polyheme, como se llama el producto fabricado por los laboratorios Northfield,
de Illinois, podría revolucionar el tratamiento y las operaciones
de urgencia, ya que pondría fin a la escasez que sufren muchos
bancos de sangre, especialmente con determinados tipos.
En las ambulancias, el producto podría constituir la diferencia
entre la vida y la muerte: estos vehículos no llevan sangre para
transfusiones debido a su corta vida y se enfrenta la dificultad de que
la sangre debe coincidir con la del paciente.
La mayoría de los accidentados reciben transfusiones de agua salina
(similar al líquido que se usa para limpiar las lentes de contacto)
que ayuda a mantener la presión arterial, pero no es capaz de llevar
el oxígeno por el cuerpo.
Esto es así porque los médicos han de esperar a conocer
el tipo de sangre del paciente antes de hacer transfusiones, un proceso
que lleva un tiempo (hasta una hora), que puede resultar crucial.
Polyheme, que dura varios meses, solucionaría este problema, ya
que sirve a todos los tipos por igual.
Fabricada a partir de un derivado de la hemoglobina, una proteína
que se encuentra en los glóbulos rojos, el producto tiene menos
densidad que la sangre real, algo que en algunas circunstancias podría
resultar ventajoso, según el fabricante.
Desde los años 70, los científicos buscan un líquido
capaz de transportar oxígeno, permitir su almacenamiento durante
largo tiempo y que no transmita enfermedades, sin éxito de momento.
En 1998, una compañía llamada Baxter lanzó el primer
estudio sobre un sustituto de la sangre en un experimento que costó
la vida a la mitad de los 52 pacientes que tomaron parte en la investigación,
que tuvo que cancelarse.
En esta ocasión, 20 hospitales y 720 pacientes participarán
en el estudio que, según “Los Angeles Times” , concluirá
el año que viene.
Para David B. Hoyt, jefe de emergencias del hospital de la Universidad
de California en San Diego, el producto constituye una de las cosas más
interesantes que han ocurrido en la medicina de emergencia en los últimos
30 años.
Aunque no se trata de una solución definitiva, podría utilizarse
para tratar a los pacientes antes de que sufran daños irreversibles,
según el doctor Steven Gould, director de los laboratorios Northfield.
Pero antes de que eso ocurra, el producto tendrá que probar su
efectividad y luchar contra las reticencias de buena parte de la comunidad
médica.
Para George Annas, un médico de la Universidad de Boston, es equivocado
tratar a los seres humanos como animales de laboratorio.
“Los pacientes tienen derecho a que no se les trate como un objeto
de investigación”, señaló Annas a la revista
Wired.
Algunos doctores han propuesto que los que no quieran tomar parte en el
estudio lleven un brazalete.
Sin embargo, otros grupos como la Alianza para la Protección de
la Salud Humana, con sede en Nueva York, creen que son los participantes
los que deberían llevar el distintivo.
Pero como dice la revista universitaria The Hilltop , si tu ser amado
estuviera inconsciente y al borde de la muerte y su única oportunidad
para vivir fuera PolyHeme, ¿objetarías su uso?
Fuente: Diario La Nueva Provincia |