La directora se refirió a que la normalización
del instituto se dificulta por la subsistencias de mafias y que se mantiene
el desorden que iba a eliminarse.
Si la directora del Instituto de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados
-PAMI- y está hablando de la subsistencias de mafias dentro del
organismo, de amenazas a sus directivos y de que los beneficiarios son
rehenes de quienes lucran con los servicios, entonces estamos regresando
a la mala senda por la que transitó durante décadas la mayor
obra social del país. La ex diputada Graciela Ocaña debió
habérselo dicho al Presidente cuando hace pocas semanas le rindió
cuentas de los primeros meses de su gestión, y no sólo plantear
el problema que le impide normalizar al PAMI, sino dar los nombres y apellidos
que ella conoce y que responden a individuos que están enquistados
no sólo en el Instituto, sino en la política nacional. La
ciudadanía toda, y no sólo los que pertenecen al PAMI, están
cansados de oir hablar de mafias y también están ansiosos
de que sobre ellas se tome una verdadera decisión política
desde el Gobierno nacional mismo en su lucha contra la corrupción.
Fuente: Diario La Prensa – nota editorial
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