Interés General

Envejecimiento y longevidad

Sus causas obedecen a determinantes genéticas, celulares pero sobre todo a la acción de los radicales libres. Elevados niveles de estrés oxidativo dañan al DNA mitocondrial, a la membrana celular y al sistema nervioso. Mecanismos genéticos determinan la senescencia celular. El envejecimiento afecta a todo el sistema psiconeuroinmunoendocrino

Por Ana María Pertierra
Según la OMS el envejecimiento es un proceso fisiológico que comienza con la concepción de la vida y ocasiona cambios característicos para las especies durante todo el ciclo vital. Si bien las causas son múltiples, desde las genéticas, las temporales, la susceptibilidad a infecciones y el estrés ambiental, la acción de los radicales libres parece tener un rol preponderante.
“Se podría decir que es la paradoja del oxígeno. Los organismos superiores no pueden vivir sin él pero también puede tornarse peligroso”, dijo la doctora Ana María Stella del Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA durante el Primer Simposio sobre Envejecimiento y Longevidad organizado por la SAPPEL (Sociedad Argentina para el estudio del envejecimiento y longevidad) que tuvo lugar en la ciudad de Buenos Aires entre el 13 y 14 de agosto.


A. Los radicales libres se producen dentro de la mitocondria.

B. Los radicales libres dañan el ADN celular, especialmente en la mitocondria

Los radicales libres son átomos o grupos de átomos con un electrón desapareado, mientras que las especies reactivas de oxígeno son formas tóxicas que se sintetizan principalmente en las mitocondrias. “Cuando la generación de radicales libres supera la capacidad antioxidante del organismo se produce un daño celular que afecta en primer término al DNA mitocondrial, luego a la membrana celular y por último al sistema nervioso con la aparición de disfunciones siconeuroinmunoendocrinas”, señaló la doctora Andrea Márquez López Mato del Instituto de Psiquiatría Biológica Integral (IPBI).
Altos niveles de estrés oxidativo dañan a la cadena de transporte de electrones mitocondrial. Sin embargo, existen defensas naturales ante las lesiones oxidativas. Por un lado están las enzimas que destruyen las formas tóxicas del oxígeno (el anión superóxido, el peróxido, el oxhidrilo y el oxígeno singuelete) como la superóxido dismutasa, la catalasa y la glutation peroxidasa y, por otro los compuestos antioxidantes que se incorporan con la dieta como las vitaminas y los microelementos ( la vitamina C, E los beta-carotenos, entre otros). Durante el envejecimiento, el aumento de la generación de oxidantes se produce por una disminución tanto de la protección antioxidante como de la reparación del daño oxidativo.
Uno de los determinantes del envejecimiento de los tejidos somáticos es la aparición de la célula senescente, es decir aquella célula que no se replica y que es metabólicamente hipoactiva. Y a ese estadio se llega por mecanismos genéticos. “En cada replicación, el telómero, el extremo final del cromosoma, va perdiendo determinado número de pares de bases hasta llegar a un punto crítico en el que, para evitar que los cromosomas se adosen y sucedan traslocaciones, se activa un mecanismo de defensa a partir de los genes P53 y P 16 inc por el cual se detiene el ciclo y se determina la senescencia replicativa”, explicó el profesor doctor Arturo Arrighi, integrante de la Asociación Argentina para el estudio del Climaterio. Sin embargo -agregó- mutaciones endógenas producidas generalmente por los proceso oxidativos en estos genes pueden determinar la malignización e inmortalización celular.

Marcadores bioquímicos

Se considera al sistema neuroendocrino junto al sistema de liberación de hormonas como los principales desencadenantes de la cascada de eventos que ocurren en la senescencia. Asi lo expresó la doctora Marta Cortelezzi, bioquímica presidenta de la SAEGRE (Sociedad Argentina de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva).
Es por ello -agregó- que la pérdida neuronal progresiva y los cambios a nivel de los neurotrasmisores hipotalámicos y del sistema límbico determinan una caída de serotonina, dopamina y noradrenalina que provocan un cambio en el pico de la melatonina, muy relacionada con el sueño y un aumento en el nadir del cortisol.
“A medida que avanza la edad el eje adrenal se hace menos resiliente a la respuesta al estrés y menos sensible al feed-back negativo que ejercen los glucocorticoides”.
Los cambios que ocurren en la esteroideogénesis adenocortical traen aparejado un aumento del cortisol y una disminución de los andrógenos que se acompaña con una reducción de los receptores a los glucocorticoides y una alteración de los mecanismos que regulan el eje hipotálamo – hipofisario- gonadal.
“Hoy se sabe que con el envejecimiento disminuye la vida media del cortisol y que cambia el ritmo con pulsos de menor amplitud”, señaló.
El aumento de cortisol y la disminución de DHEA progresivos con el aumento de la edad llevan al deterioro neurocognitivo, a la depresión, a alteraciones del sistema inmunológico con mayor predisposición a la autoinmunidad. “El cortisol es catabólico y aumenta la predisposición a la ateroesclerosis y a la insulina-resistencia”, agregó.
Otras de las hormonas afectadas en el envejecimiento es la somatotrofina que se considera que comienza a disminuir a partir de los 40 años. Esta hormona, que se produce en mayor cantidad durante el sueño, es liberada por la hipófisis y ejerce su acción sobre distintos órganos. En el tejido adiposo produce lipólisis, en el músculo aumenta la síntesis proteica y en el hígado participa en el aumento del IGF1, mediador natural con acción anabólica muy importante en el hueso.
“Con el envejecimiento hay un descenso de los niveles de IGF1 total y de la fracción libre”, recalcó Cortelezzi.
El climaterio tanto femenino como masculino con la depleción de hormonas sexuales conlleva a síntomas propios del hipogonadismo como estados de irritabilidad aumentada, insomnio y sudoración excesiva, a veces con sofocos.
“El diagnóstico de hipogonadismo masculino durante el envejecimiento debe hacerse con la medición de la testosterona biodisponible o libre, ya que con el correr de los años no sólo disminuye la producción de testosterona total, sino que también se incrementan los niveles de la proteína transportadora de andrógenos, SHBG por lo cual a veces la testosterona total puede estar dentro del rango de normalidad pero la fracción libre estar disminuída”, explicó el doctor Gastón Rey Valzacchi, jefe de Andrología del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Según la óptica de la doctora López Mato “el envejecimiento debe reconceptualizarse como una segunda adolescencia de todo el sistema psiconeuroinmunoendocrino, como una crisis que por declinación conlleva a cambios para los cuales es imprescindible prepararse, acomodarse y adaptarse para salir fortalecidos”.


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