Enfermedades
infecciosas, prioridades sanitarias mundiales
Patologiás cardiovasculares
y respiratorias, cáncer, VIH/sida, posible gripe pandémica,
malaria, tuberculosis, diarrea y neumonía, las mayores amenazas.
Un exhaustivo informe publicado en The Lancet, patrón
de referencia de los formuladores de políticas sanitarias en todo
el mundo, prioriza las principales y más urgentes áreas
de actuación sanitaria en las próximas dos décadas
y concluye que las enfermedades infecciosas y el tabaco son las principales
amenazas que se ciernen sobre la salud pública mundial.
El Proyecto de Prioridades en el Control de Enfermedades (DCPP, en sus
siglas en inglés), ha sido elaborado por los Institutos Nacionales
de Salud de Estados Unidos (NIH), la Organización Mundial de la
Salud, la Oficina Internacional de la Población -un organismo internacional
que establece las tendencias demográficas y sus implicaciones sociales-
y el Banco Mundial. Atribuye la mayor carga de mortalidad y morbilidad
mundial a nueve grupos patológicos, seis de los cuales son de tipo
infeccioso, y el resto tiene una relación directa con las patologías
infecciosas.
Éstas son, por orden decreciente de prioridad de actuación,
el rápido crecimiento de las enfermedades cardiovasculares, el
cáncer y la enfermedad respiratoria crónica -las tres son
causa directa del tabaquismo-; la imparable pandemia del VIH/sida; la
amenaza de la gripe pandémica sucesora de la ocurrida en 1918 y
las elevadas tasas de mortalidad y discapacidad causadas por la malaria,
la tuberculosis, la diarrea y la neumonía. “Las actuaciones
sanitarias que se lleven a cabo en estas áreas en los próximos
años en los países en vías de industrialización,
señala el trabajo, “condicionarán el desarrollo futuro
de las distintas zonas geográficas del planeta”.
El estudio, patrocinado por la Fundación Bill & Melinda Gates,
y elaborado por más de quinientos investigadores de 34 países
a lo largo de cinco años, constituye el análisis de salud
pública más amplio realizado hasta la fecha. Continúa
la labor de un informe previo similar, el DCP1, publicado en 2001, y del
precusor Informe sobre el Desarrollo Internacional del Banco Mundial hecho
público en 2003, que contribuyó a dar forma a las políticas
sanitarias en todo el planeta, detalla su coordinador, Ramanan Laxminarayan,
del Instituto de Recursos para el Futuro, en Washington, Estados Unidos.
“El trabajo da una explicación definitiva a la manera de
cuantificar la mortalidad y la morbilidad y establece un nuevo parámetro,
la mortinatalidad”, resume. Asimismo, analiza la forma en que estas
pérdidas interfieren en las políticas sanitarias y describe
la forma en que la mortalidad ha cambiado a lo largo del tiempo, estableciendo
las fórmulas para establecer servicios de salud pública
ajustados a la carga de morbimortalidad concreta para cada país
y cada zona. Para ello incluye, en función de los resultados obtenidos,
la organización, las posibilidades de apoyo financiero y la capacidad
real de los sistemas de salud para abordar las estrategias.
Qué actuaciones
Laxminarayan subraya que los distintos países “deben poner
en práctica cuanto antes planes políticos de actuación
que ya cuentan con eficacia probada para reducir la carga de estas amenazas:
el compromiso de la lucha contra la malaria, la tuberculosis y la prevención
de la expansión de las nuevas infecciones provocadas por el VIH-1
en África Subsahariana; el consenso mundial para hacer efectivo
un aumento impositivo progresivo y continuado del tabaco y facilitar el
acceso al tratamiento combinado de bajo coste para las distintas formas
de ictus o ataque al corazón.
El informe describe los planes más viables en función de
la evidencia científica y aporta “pruebas irrefutables de
su costeeficacia”.
Fuente: The Lancet – Inglaterra |